Se basan en la concepción sistémica del ser humano, que lo considera parte de una trama vincular -familiar, social, cultural y espiritual- que comienza a tejerse mucho antes del nacimiento. Esa trama condiciona su vida, su forma de ver el mundo y de actuar en él.
“A veces creemos que somos independientes, libres, autónomos y que podemos decidir nuestro destino. Todos estamos unidos con los destinos de los otros, de toda la humanidad. Todas las personas que han tenido que ver con nosotros viven dentro de nosotros” Bert Hellinger.
Cada individuo, como todo ser vivo, lleva en sí la impronta genética, histórica y espiritual de quienes le antecedieron y le pasaron la vida, como así también del Amor del espíritu. Esta información está contenida en lo más profundo de nuestro ser y en el inconsciente colectivo de nuestro primer grupo de pertenencia que es la familia y en la humanidad entera.
Las Constelaciones Familiares permiten un acceso directo, vivencial, a ese campo de información sutil, trayendo a luz las dinámicas ocultas del sistema y abriendo un camino a la solución de los problemas que provocan sus implicancias en nuestra vida actual junto a lo nuevo, a lo que es creado en cada constelación desde los movimientos del espíritu.
Los movimientos hacia la solución consisten en reconocer e integrar a todos aquellos que pertenecen al sistema junto a sus destinos. Tomar lo que nos fue dado por cada uno de ellos, tal como nos fue dado, comenzando por la vida; y honrarlos, haciendo con lo que recibimos algo bueno para nosotros y las generaciones venideras, dejándonos mover por el Amor más grande que siempre nos conduce a nuestro despertar y a nuestra evolución.
Se trata de alcanzar una consonancia con nuestro origen, con nuestra realidad en un nuevo nivel de conciencia espiritual.